Diego tiene 22 años, es almeriense y estudia Derecho en la universidad de Sevilla. Decidió salir a la calle guitarra en mano para como él dice ''sacarse unas pelas''. Hablamos con él y esto es lo que nos cuenta:
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Diego en su casa de Almería afinando su guitarra |
P: ¿Cómo acaba un estudiante de Derecho tocando la guitarra en la calle Sierpes?
R: Me vine a estudiar a una ciudad nueva para mi, y al principio me costó un poco acostumbrarme a la carrera y a la ciudad. Creo que por eso fue por lo que un día cogí mi guitarra y salí a la calle. De pronto estaba en Sierpes tocando para un grupo de guiris que se pararon a escuchar.
P: ¿Tenías alguna clase de formación o aprendiste por ti solo?
R: Llevo tocando desde los 10 años, siempre fue una cosa autodidacta pero mis padres viendo que me gustaba y que no se me daba mal me apuntaron a clases.
P: ¿Tienes alguna anécdota de tus actuaciones en la calle?
R: Pues anécdotas muchas la verdad, pero recuerdo una tarde de invierno que llevaba ya un par de horas en la calle tocando, cuando de repente se me acercó una mujer mayor y me dejó en la funda de la guitarra un chocolatito caliente... Me dijo que vivía en uno de los pisos de arriba y que llevaba un rato escuchándome y que lo único en lo que paraba de pensar era en que tendría que estar muerto de frío.
P: ¿Es dura la vida de un artista callejero?
R: Pues a ver, es dura si quieres vivir toda la vida de ello, porque hay dias que te va muy bien y otros que no tanto y también depende mucho de como se te dé a lo que te dediques, porque el público de la calle no se para con cualquier cosa. Cada uno va a lo suyo y que se paren y te dediquen unos minutos de su tiempo ya es algo.
P: ¿Cuanto has llegado a ganar en un día?
R: Como ya te digo, esto depende de muchos factores. No hay un sueldo fijo, hay días en los que me he ido a mi casa con una buena cantidad de dinero y otros en los que si me hubiera quedado en mi casa hubiera ganado más.
P: ¿Has aprendido algo de otros compañeros de oficio?
R: En la calle siempre se aprende algo nuevo. He conocido a gente con mucho arte que no quiere condecoraciones ni alagos, que si hace esto es por amor al arte. Pero sobretodo en la calle he aprendido verdaderas lecciones de humildad.